El Corazón Admirable de la Madre de Dios
San Juan Eudes
PROLOGO
Cuya lectura es necesaria
Decir Madre de Dios, es decir un abismo Insondable de gracia y de santidad , un océano sin límites de excelencias y perfecciones, un mundo Inmenso de grandezas y maravillas. Porque, siendo infinita, la dignidad de Madre de Dios comprende un sin fin de cosas grandes y maravillosas.
Esta es la razón de que esté la tierra llena de santos libros compuestos para alabanza de esta Madre admirable, existiendo en tal cantidad que un excelente autor ha llegado a contar más de cinco mil, sin hablar de los que él desconocía . Sólo la Compañía de Jesús puede presentar más de trescientos de sus piadosos y doctos Hijos que consagraron la pluma a la gloria de la Reina de¡ cielo. ¿No habéis oído hablar de tantos y voluminosos libros compuestos tan sólo sobre el Cántico de esta Virgen bienaventurada, su «Magníficat»? ¡Cuántos Santos Padres y otros graves autores han escrito sobre su Inmaculada Concepción y sobre los demás misterios de su santísima vida, sobre sus eminentísimas virtudes, sobre sus maravillosas dates, sobre las raras perfecciones de su cuerpo virginal, sobre las bellezas cautivadoras de su alma santísima, sobre los privilegios y prerrogativas incomparable vinculados a su excelsa dignidad de Madre de Dios! Sin embargo, no he encontrado un solo libro dedicado a su amabilísimo Corazón: no obstante de ser lo más digno, lo más noble y admirable de esta divina Virgen, y aun la -fuente y el hontanar de todas sus grandezas, como vamos a demostrar claramente en seguida.
Por eso creo hacer un servicio a Nuestro Señor y a su Santísima Madre y un obsequio a cuantos han profesado honrarla y amarla como a soberana y verdadera Madre, con la publicación de este libro para excitar en los corazones de sus lectores una veneración y devoción particular hacia su amabilísimo Corazón: devoción que será fuente inagotable de toda clase de bendiciones según el testimonio del gran San Ignacio de Loyola quien, habiendo llevado sobre su pecho, desde el día de su conversión hasta el último de su vida, una Imagen del Sagrado Corazón de la Madre de Dios, aseguraba que por su mediación había obtenido de la divina Bondad gracias y favores sin cuento.
La obra está dividida en doce libros en que se exponen los temas que figuran en el índice que sigue a cada volumen.
Las afirmaciones que en estos doce libros se contienen están respaldadas por las divinas Escrituras, la doctrina de los Santos Padres y con buenas y sólidas razones.
También podréis oír a la misma Verdad, Jesucristo Nuestro Señor, y a su divina ~e, hablando en ciertos pasajes a Santa Brígida, a Santa Gertrudis, Santa Matilde, Santa Teresa, de los maravillosos efectos de la bondad inefable de su benignísimo Corazón. Debéis saber que dos grandes Concilios generales, el de Constanza y el de Basilea, y tres grandes Papas, Bonifacio IX, Martín V y Urbano VI han dado su aprobación a los libros de Santa Brígida, después de haberlos hecho examinar diligentemente por varios y graves autores. Y aun la Iglesia, ¿no les ha dado su autorización, cuando en la oración que dirige a Dios en la fiesta de la santa, se expresa en estos términos: «¡Oh Dios, que revelasteis los secretos del cielo a la Bienaventurada Brígida, por vuestro unigénito Hijo!>>.
Tened entendido, además, que los libros de Santa Gertrudis y de Santa Matilde han sido aprobados por un crecidísimo número de santos doctores y sabios teólogos; entre otros por el famosísimo y piadosísimo P. Francisco Suárez, de la Compañía de Jesús, un verdadero prodigio de ciencia, del cual tenemos una aprobación bien extensa de los libros de Santa Gertrudis traducidos al castellano, fechada en Salamanca el 15 de Julio de 1603.
El santo abad Blosio, tan apreciado entre los teólogos, escolásticos y místicos, después de una lectura, repetida doce veces en un solo año, del libro de Santa Gertrudis: «Insinuaciones de la piedad divina>, se preocupa de citarlo repetidamente en sus libros con elogios que evidencian la estima grande en que lo tenla.
«Aunque no tuviésemos más pruebas de nuestras creencias religiosas —dice este santo y sabio autor—que los libros de Santa Gertrudis, de Santa Matilde, de Santa Hildegarda, de Santa Brígida y otras semejantes a quienes ha manifestado Dios sus secretos, según la expresión del profeta Joel, ello sólo bastaría para confundir a todos los herejes y para dar un Inquebrantable fundamento a las verdades de la fe católica>.
No sólo un crecido número de Doctores ilustres en ciencia y santidad ha dado su aprobación a estos libros, sino también numerosas y célebres Universidades, principalmente la de Alcalá y Salamanca, después de haberlos sometido a un riguroso examen de varios teólogos de nota.
Todos los hombres desean, naturalmente, y se gozan en ver cosas extraordinarias y milagrosas que superan las fuerzas de la naturaleza. Nada hay, tampoco, después de la Palabra divina, tan eficaz, tan apto para Conquistar la mente, ni que tanto Impresione el corazón. Un solo milagro auténtico y bien probado tiene más fuerza de persuasión para nosotros que muchas razones. Pues las razones se contradicen y destruyen Con otras razones: pero un hecho milagroso produce tal impresión en el alma, que no tiene otro remedio que rendirse. Por eso el espíritu de la mentira, enemigo Mortal de la verdad, se ha esforzado siempre en desacreditar los milagros. Y esto parece haber querido hacer por la impiedad de Lutero y de Calvino. Pero como se trata de un don hecho por Dios desde el principio a su Iglesia y que seguirá haciéndolo por toda. su existencia, la malicia de la herejía nunca jamás podrá arrebatárselo, a menos de que fallen todas las divinas Escrituras, los Anales de la Historia eclesiástica, los escritos de los santos, llenas todas de historias milagrosas.
En este libro encontraréis algunas de esas historias; todas desde luego auténticas, conformes con la fe y la razón y referidas por autores célebres y dignos de crédito.
Por último, si algo bueno hay en esta obra a sólo Dios sea toda la gloria, que es principio de todo bien. Si algo malo, para mí la vergüenza y confusión, pues en mí llevo la fuente de todo mal 8. Todo lo someto de corazón a la corrección de Aquélla que, guiada en todo por el Espíritu de la verdad, está constituida en columna y fundamento de la verdad. ¡Oh Dios de gracia y de verdad, que yo a Ti te contemple en todo bien; y que me vea a mí mismo en todo lo malo.

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