Rosa Mística
Beato Card. John H. Newman
LA MADRE DE DIOS
La Palabra eterna decretó descender a la tierra y no lo hizo sólo a medias, sino que lo hizo para ser un hombre como todos los somos: tomó un cuerpo y un alma humanos y se los apropió. No se trataba de una simple apariencia o de algo efímero, al modo como los ángeles se aparecen a los hombres. No lo hizo descendiendo sobre un hombre –al modo como desciende sobre los santos– y lo llamó con el nombre de Dios, sino que «se hizo carne». Unió a sí mismo una humanidad, y fue tan real, tan verdadero hombre, como era verdadero Dios; y así, resultó que fue al mismo tiempo Dios y Hombre, es decir, una Persona con dos naturalezas: una naturaleza divina y una naturaleza humana.
Solamente la fe puede abarcar con firmeza un misterio tan maravilloso y tan difícil. El hombre natural puede aceptar este misterio durante un tiempo; puede estar convencido de que lo ha aceptado, pero no lo ha recibido de verdad: en su interior empieza, más tarde o más temprano, a rebelarse y a dudar. Esto ha hecho el hombre desde siempre. Ya mientras todavía vivía el discípulo amado surgieron hombres que afirmaban que nuestro Señor no tenía un cuerpo verdadero; o que su cuerpo estaba hecho en los cielos; o que ese cuerpo no podía sufrir y era otro cuerpo el que sufría en su lugar; o que solamente tuvo durante un cierto tiempo la forma humana con la que nació y sufrió: asumió esta forma humana en el momento del bautismo, pero la abandonó antes de ser crucificado; o que fue un simple hombre. Para una naturaleza que no había sido regenerada ni estaba iluminada por la gracia, el hecho de que «en el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios (…), y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros», era cosa demasiado fuerte.
Si queremos una prueba contra todos estos puntos de vista no cristianos, si queremos expresar con claridad y superando cualquier error y ambigüedad la sencilla idea mantenida por la Iglesia de que Dios es hombre ¿podríamos hacerlo mejor que diciendo con palabras de san Juan: «Dios se hizo hombre»? ¿Podríamos expresar esto de manera más terminante y más inequívoca que declarando que nació como nace un hombre: que tuvo una Madre?

Más de este autor/tema

Nuestra Madre
Ver Libro

Jacinta y Francisco de Fátima
Ver Libro

Mística Ciudad de Dios
Ver Libro

La Vida oculta de La Virgen María
Ver Libro

Los Dogmas de María
Ver Libro

Mi vida en Nazaret
Ver Libro

LOURDES, relato auténtico de las apariciones
Ver Libro

Las Apariciones de Fátima
Ver Libro

María en nuestro tiempo
Ver Libro

La Victoriosa Reina del Mundo
Ver Libro

Oraciones a La Santísima Virgen María
Ver Libro

Hipótesis sobre María
Ver Libro

Defensa del cristianismo
Ver Libro

Las siete palabras de Jesús y de María
Ver Libro

Ángeles y demonios
Ver Libro

Guía de pecadores
Ver Libro

Orar con el Evangelio de Lucas
Ver Libro

Quanta Cura, Carta Encíclica
Ver Libro

Guerra y paz
Ver Libro

San Juan Maria Vianney – Biografía
Ver Libro

Luces y sombras de La Iglesia
Ver Libro

La vocación personal
Ver Libro

¡Espíritu Santo, ven!
Ver Libro

Las cartas de San Pablo
Ver Libro

Las campanas tocan solas
Ver Libro

La Iglesia explicada para niños (PDF)
Ver Libro

Las maravillas del Santo Nombre de Jesús
Ver Libro

El cuarto secreto de Fátima
Ver Libro

Tratado de la Verdadera Devoción a La Santisima Virgen Maria
Ver Libro

Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional
Ver Libro

En unión con las almas del Purgatorio
Ver Libro

Santa Hildegarda y su visión del anticristo
Ver Libro

¿En dónde dice la Biblia que…?
Ver Libro

La Pasión y Muerte de Jesucristo
Ver Libro

Hora Santa al Sagrado Corazón de Jesús
Ver Libro

La Religión Demostrada
Ver Libro

Carta Encíclica Redemptoris Mater
Ver Libro

El Evangelio de cada día Comentario y oración
Ver Libro

Noches blancas
Ver Libro

Paz Interior
Ver Libro

La educación en familia
Ver Libro

Pequeño tratado de oración contemplativa
Ver Libro

Sepa Defender su Fe
Ver Libro
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!