Anáfora
José Manuel Bernal Llorente
Prólogo
En tiempos de sequía, hay que volver a las fuentes.
El tema de la anáfora o plegaria eucarística me preocupa desde hace años. Durante mi etapa de profesor en la Universidad de Santo Tomás de Aquino, en Roma (Angelicum), ya tuve la oportunidad de dictar un curso monográfico para doctorandos el año 1968 sobre este tema. Luego he seguido dedicando horas de estudio y de ilusión por un asunto que considero de interés excepcional para la comprensión de la eucaristía. Por eso, a lo largo de varios años, he ido publicando estudios parciales referentes al tema de la anáfora. Cito los más importantes: «Profetismo y kerigma en la plegaria eucarística», en Communio (Sevilla) II/3, 1968, 439-472, y, más recientemente, «Profetismo, doxología y anamnesis en la anáfora de la Iglesia», en Escritos del Vedat (Valencia), 42, 2012, 111161. Es este un tema que afecta al centro neurálgico de la eucaristía; por otra parte, los textos de anáfora pertenecen al patrimonio más valioso y venerable de las iglesias y tradiciones litúrgicas de Oriente y Occidente. Sin embargo, en estos años, a raíz de la introducción de las lenguas vivas y de la liturgia reformada, se está incrementando la tentación de crear textos nuevos, de fabricación casera, de escasa calidad y de mermado contenido. Habría que volver a un comportamiento más cuidadoso con estos textos tan venerables y a un uso más inteligente y más respetuoso de los mismos. Esta es, además de una asignatura pendiente, una de mis apuestas al escribir este libro.
Mi pretensión al escribir esta obra no es ofrecer un trabajo erudito, de investigación rigurosa; es, más bien, una preocupación más modesta, de corte pastoral y de alta divulgación: ofrecer a los responsables de las iglesias un instrumento serio que les permita ahondar en una comprensión más profunda de la plegaria eucarística: su contenido, su dinámica interna, su calidad y estilo, sus raíces, su identidad. Para un acercamiento más concienzudo y de mayor calado científico al tema de la anáfora, por otra parte, ya disponemos de instrumentos apropiados; durante las décadas que siguieron al Concilio se prodigaron las publicaciones sobre el tema, y a ellas me referiré en una breve selección bibliográfica (Maldonado, Bouyer, Max Thurian, Ligier y otros).
Para un intento de perfilar la identidad propia de la anáfora tendremos que adentrarnos en el estudio de la tradición litúrgica hebrea que sirvió de base a la última cena de Jesús; eso nos permitirá acercarnos al tipo de plegaria que pronunció Jesús al instituir la eucaristía. Habrá que examinar después cómo acogió la comunidad cristiana la bendición pronunciada por Jesús y cómo fue cuajando esa plegaria en formas concretas.
Examinaremos los primeros modelos de anáfora que conocemos e intentaremos, al mismo tiempo, seguir la pista a esa extraordinaria producción de textos eucarísticos que todas las iglesias poseen y custodian, en Oriente y Occidente, como su tesoro más preciado.
Para una aproximación a las fuentes, disponemos actualmente de instrumentos importantes; quiero referirme primero a Anton Hanggi e Irmgard Pahl, Prex eucharistica. Textus e variis liturgiis antiquioribus selecti, Editions Universitaires, Friburgo 1958. Quiero hacer una mención especial, expresando además mi aprecio y agradecimiento, por el importante servicio prestado a los investigadores de habla hispana, a José Manuel Sánchez Caro y al recordado Vicente Martín Pindado. Ellos publicaron, hace ya unos años, una preciosa colección de textos de anáfora, traducidos al castellano y acompañados de unas anotaciones de estimable valor (La gran oración eucarística. Textos de ayer y de hoy, La Muralla, Madrid 1969). Confieso que, para la elaboración de este libro, he tenido que recurrir a esta obra casi de continuo, sirviéndome de la traducción de las anáforas y de las valiosas anotaciones críticas y explicativas que acompañan al texto. Este es mi plan al escribir esta obra. Con estas líneas intento definir la pretensión y el talante de este libro. Mi deseo, al escribirlo, no es tanto ilustrar las inteligencias, sino contribuir a la verdad e intensidad de las celebraciones.
José Manuel Bernal Llorente
Logroño, junio de 2015

Más de este autor/tema

María en el Nuevo Testamento

El criterio

Carta Encíclica Redemptor Hominis

Himnos de Navidad y Epifanía: A cargo de Efrem Yildiz Sadak

Gaudete et exsultate

Las adicciones: una visión antropológica

Compendio de Teología

El Papa Francisco: Claves de su pensamiento

En unión con las almas del Purgatorio

Hemos encontrado Misericordia

«Yo no moriré»

Gigantes de la fe

El camino abierto por Jesús

La sabiduría de los Salmos

Mero Cristianismo

YouCat Catecismo Joven

Las Profecías y Revelaciones de Santa Brígida de Suecia

Conocimiento Espiritual de la Filocalia

Como incienso en tu presencia

Joaquín Navarro-Valls, el portavoz

El cristianismo y los nuevos tiempos

El amor a la Cruz o los amigos de la Cruz

Visitas al Santísimo Sacramento y a María Santísima

Vida y anécdotas del santo Cura de Ars

María, José y la vida oculta de Jesús

A la humanidad le falta Dios

Y Habitó entre nosotros

El magisterio de la Iglesia

¿Quién es cristiano?

Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!