Elementos de Filosofía
Beato José Gregorio Hernández Cisneros OFS
PRÓLOGO
Ningún hombre puede vivir sin tener una filosofía. La filosofía es indispensable para el hombre, bien se trate de la vida sensitiva, de la vida moral y en particular de la vida intelectual.
En el niño observamos que tan luego como empieza a dar indicaciones del desarrollo intelectual, empieza a ser filósofo; lo preocupa la causalidad, la modalidad, la finalidad de todo cuanto ve.
El rústico va lenta, laboriosamente consiguiendo en el transcurso de su vida, algunos poquísimos principios filosóficos que le van a servir para irse formando el pequeño caudal de ideas que han de ser el alimento de su inculta inteligencia.
El hombre de espíritu cultivado, en el principio de sus estudios clásicos, aprende la filosofía que podemos llamar obligatoria. Los conocimientos que él adquiere entonces le sirven como de sustancia de reserva para irse formando su filosofía personal, la suya propia, la que ha de ser durante su vida la norma de su inteligencia, aquella de la cual ha de servirse para poder existir como ser pensador. En él, como en el hombre inculto, la elaboración de su filosofía ha de hacerse lentamente, casi siempre laboriosamente, dolorosamente la mayor parte de las veces.
La filosofía elaborada de esta manera viene a ser el más apreciado de todos los bienes que el hombre alcanza a poseer; se establece tal identidad, una adhesión tan firme entre ella y la inteligencia que la ha formado, que llega a parecer imposible toda separación, y solamente alguno de los cataclismos intelectuales o morales que a las veces acontecen en la vida es capaz de efectuarla.
La operación preliminar del que estudia cualquier materia científica, es la de amoldar los conocimientos que va adquiriendo, a la filosofía que se ha formado de antemano; y si ésta no ha sido todavía definitivamente constituida, los conocimientos científicos no se admiten sino bajo condición.
El alma venezolana es esencialmente apasionada por la filosofía. Las cuestiones filosóficas la conmueven hondamente, y está deseosa siempre de dar solución a los grandes problemas que en la filosofía se agitan y que ella estudia con pasión. La ciencia positiva, la que es puramente fenomenal, la deja la mayor parte de las veces fría e indiferente.

Más de este autor/tema

El cuarto vidente de Fátima
Ver Libro

La caridad evangelica
Ver Libro

Subida al monte Carmelo
Ver Libro

Instrucción sobre algunos aspectos de la “Teología de la Liberación”
Ver Libro

Libro de Oración Católica
Ver Libro

La Virgen María
Ver Libro

Meditaciones en camino
Ver Libro

Pareja en diálogo
Ver Libro

Orar con el Evangelio de Marcos
Ver Libro

Santa María Goretti y la Conversión de Su Asesino
Ver Libro

Educar: Exigencia y Pasión
Ver Libro

Armadura Espiritual Completa
Ver Libro

La Confesión, Guía Católica
Ver Libro

El Pan de Vida
Ver Libro

Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional
Ver Libro

Las aguas vivas que borbotean
Ver Libro

Una Visita de Dios
Ver Libro

Orar con el Evangelio de Lucas
Ver Libro

365 días con Pablo VI
Ver Libro

Historia de la Iglesia
Ver Libro

Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi
Ver Libro

El sacerdote, confesor y director espiritual, ministro de la misericordia divina
Ver Libro

¿La ciencia contra la fe?
Ver Libro

Carta Encíclica Evangelium Vitae
Ver Libro

Palabras… bajo el manto de María
Ver Libro

Obras Completas de San Juan de Ávila
Ver Libro

Cambiaste mi luto en danza
Ver Libro

La Cristiandad, una realidad histórica
Ver Libro

Vida de San Agustín (Ilustrado)
Ver Libro
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!