Nuestra Señora del Buen Suceso
Dr. Franco Adessa
Extracto:
Era el año 1563. En la Provincia vasca de Vizcaya, cerca de la frontera con Francia. En una familia aristocrática de España, Mariana Francisca de Jesús Torres y Berriochoa nació como primera hija de Diego Torres y María Berriochoa, ambos devotos Católicos. Mariana fué dotada con rara belleza, inteligencia relevante, un dulce carácter y, sobre todo, una fuerte inclinación hacia la virtud. Desde la infancia, Mariana huyó de los juegos infantiles y juegos de la juventud ocultándose en la iglesia de su bautismo, que estaba al lado de su casa. Su virtuosa madre la encontraba a menudo postrada allí ante el tabernáculo. Cuando tenía siete años, un fuego que comenzó dentro de la iglesia destruyéndola, dañó su casa y propiedad paternal, precipitando la familia a la pobreza. Los padres de la niña fueron obligados a dejar Vizcaya trasladándose con sus tres hijos a Santiago de Galicia, al noroeste de España.
Un día, postrada a los pies del Tabernáculo, con su corazón ardiente de unirse a Jesús en santa comunión, Mariana con voz delirante exclamó: «¡O, mi Amor! ¿Cuándo será el día en que me uniré contigo en santa comunión?». Al instante, oyó una Voz desde el sagrario diciendo: «El día que tú quieras, querida hija, porque tu corazón está preparado». Revelando este diálogo secreto a un Sacerdote franciscano, y bajo su instrucción, ella comenzó a prepararse para ese gran día. El 8 de diciembre, 1572, a los nueve años de edad, Mariana recibió por primera vez la Sagrada Comunión. Fué tal el torrente de Amor Divino en su corazón, que en el primer abrazo que dió a Jesús, y no pudiendo resistirlo, cayó en éxtasis inefable. Vió a Nuestra Madre Inmaculada que le explicó la grandeza del Voto a la Virginidad. Le enseñó en qué consistía el Voto ordenándole que lo hiciese un día, porque su Reina Divina le había destinado para ser religiosa de su Inmaculada Concepción.
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