Ronald A. Knox
Prefacio
Si llego a contar con un público lector, mucho me temo que este libro constituirá una prueba severa para su paciencia. Que un sacerdote exhiba las anotaciones que ha hecho de sus ideas privadas acerca de la misa —no hay nada más extravagante. Pero lo cierto es que estas notas fueron registradas de una manera muy especial pues se asentaron como sermones para niñas de escuela secundaria; y es la forma que aún impenitentemente conservan. Hay películas que un chico puede ver sólo si pretende ser un adulto. Aquí hay páginas de las que un adulto sólo podrá disfrutar si pretende ser un niño. Nisi efficiamini sicut parvuli…
Los sermones fueron predicados en el colegio conventual de las Hermanas de la Asunción, que habían sido “evacuadas” durante la Segunda Guerra desde el barrio londinense de Kensington a Aldenham Park en Shropshire. Después aparecieron en la revista “The Tablet”, muy resumidos; reduciéndolos a menos de la mitad resultaba posible darles la apariencia de contribuciones periódicas para ese semanario. Ahora se los presenta al público prácticamente en su forma original. Las pocas veces en que extirpé alguna cosa, lo hice a regañadientes; sin excepción, no había palabra que había escrito que infaliblemente no suscitara algún recuerdo difícil de exorcisar, y no llamaré a engaño pretendiendo haber terminado con esta corrección de pruebas sin haber derramado alguna lágrima que otra.
Sólo el sermón introductorio (aunque éste también fue predicado en Aldenham) fue escrito para adultos. Se incluye aquí para dar un pantallazo del tema; una introducción nerviosa a una película en cámara lenta. Si quieren omitir esa introducción, adelante, pueden sumergirse directamente sin más. Si la leen y encuentran que quieren recordar lo que decía, el primer capítulo refrescará vuestra memoria.
Pero este libro no debe publicarse sin una especial dedicatoria a las Hermanas de la Asunción y a algunas de sus alumnas que ya no están en el colegio. Estas últimas, serán (así lo espero) las críticas indulgentes que siempre fueron; con el tiempo, incluso las homilías prácticas se hacen más fáciles de leer.
Mells, Pascua, 1948.
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