El Bautismo según los Padres Griegos
Presentación.
El bautismo, común a numerosas religiones, simbolizaba particularmente para lo esenios, el esfuerzo por una vida pura, la aspiración a la gracia purificadora. Con la venida de Jesucristo, el sacramento del bautismo, en el nombre de la Santísima Trinidad, se convierte en una realidad sobrenatural, necesaria para incorporarse el misterio de Cristo. Restaura en el hombre la imagen de Dios, a cuya semejanza había sido creado. Es un retorno al paraíso, forma el cuerpo místico de Cristo, o sea miembro de la Iglesia. La Iglesia nace del costado de Cristo en la cruz: “Somos su carne y sus huesos.” Juan Crisóstomo enseña que el agua y la sangre que, sobre la cruz, brotaban desde el corazón de Cristo, simbolizan el bautismo y la eucaristía, que son alimentos necesarios para los fieles.
El bautismo constituye una decisión capital para el hombre y la mujer en los primeros siglos de la Iglesia naciente; es ruptura con el pecado, con el mundo, con la familia que seguía permaneciendo pagana. “Arrepentios, que cada uno de vosotros se haga bautizar en nombre de Jesucristo para la remisión de sus pecados y que reciba, entonces, el don del Espíritu Santo.” Así Pedro exhortaba y los hombres le preguntaban: “¿Qué debemos hacer?”
Los obispos han dado gran importancia a la catequesis del catecumenado, que preparaba para recibir los misterios de la Iniciación Cristiana (bautismo, confirmación y eucaristía). Para ello, los pastores, inspirándose en la Sagrada Escritura, fuente inagotable de la palabra revelada, mediante sermones y catequesis, explicaban el contenido salvífico del sacramento bautismal. Junto al gran misterio de fe, explicaban, además, los advenimientos, narrados en los textos sagrados del Antiguo Testamento, como símbolos prefigurados de la realidad misteriosa del agua y la fuerza del Espíritu de Dios que se cumple al ser bautizados, “iluminados.” Los símbolos bautismales fueron ampliamente comentados, haciendo ver que el bautismo es purificación de los pecados, remisión de las deudas, fuente de renovación y un nuevo nacimiento.
Los Padres griegos, san Basilio el Grande, san Gregorio de Nisea, san Gregorio de Nacianzo y san Juan Crisóstomo, han dado gran valor a la catequesis de la iluminación (del bautismo), que prepara a los fieles para recibir dignamente la gracia de Dios, ser templos del Espíritu Santo e iluminados por la fuerza divina.

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