El Cura de Ars
Henri Ghéon
Dedicatoria
Es propio de los grandes corazones descubrir la necesidad principal de la época en que viven y consagrarse a ella.
P. LACORDAIRE
El más grande de los corazones es el corazón de un santo. Porque, no contento de abrirse al prójimo y al desconocido, quiere contener a toda la humanidad pecadora u hostil, es a Dios mismo a quien contiene.
Nunca se ha hablado tanto del amor entre los hombres como desde hace aproximadamente dos siglos. Sin embargo, nunca se ha codiciado más anhelosamente los bienes terrenales, como si tales bienes fuesen inagotables, debidos inmoderadamente a todos, como si esa codicia desenfrenada tuviera delante de sí horizontes sin límites y no tuviese que chocar, tarde o temprano, con cien codicias rivales que, a su vez, exigirán su parte, es decir, TODO cuanto el mundo; que da tan poco, puede dar.
En la cumbre de la ambición insaciable están todas las crueldades, la envidia, el odio, la rebelión, la guerra, y la caridad no empieza sino donde comienza a renunciarse a la ambición.
Cabe preguntar si es humano amar a los hombres, pese a que cada hombre lleva en sí un germen herido de amor al prójimo.
Eso es inhumano. Eso es sobrehumano. Eso presupone una gracia de lo alto, la visión oscura o clara de un fin que excede al hombre y del que el hombre tiene su dignidad esencial. No está permitido a los hombres amarse verdaderamente entre sí, sino como hijos de un mismo padre. Fuera de ese parentesco común, ninguna inclinación, ningún lazo podrá unirles de modo duradero y perdurable. Los lazos del placer son frágiles, los lazos del interés son duros.
Asimismo, su amor a Dios da la medida de las almas grandes, adviértanlo ellas o no, o compréndanlo a medias.
Tal es el secreto de la caridad milagrosamente activa que floreció en el corazón y abrasó el de Juan María Bautista Vianney, sacerdote contemporáneo, destinado, al parecer, a devolver su sentido verdadero a esos «ideales cristianos que se han enloquecido» (Chesterton), que, a los tres años de su nacimiento, Francia, posesa, lanzaba a todos los ámbitos del universo.

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