Como la estela de una nave
Raniero Cantalamessa
PREFACIO
El presente libro reúne las meditaciones predicadas en la Casa Pontificia, en presencia de Benedicto XVI, en el tiempo de Adviento de 2010 y 2011. Pretenden ser una pequeña contribución al esfuerzo para una nueva reevangelización del mundo secularizado en el que deben empeñarse todas las fuerzas de la Iglesia.
En la primera parte (Adviento de 2011) se concretan cuatro momentos en los que se asiste a una aceleración o recuperación del afán misionero, y son:
1. Los tres primeros siglos de vida del cristianismo y, en particular, la segunda mitad del siglo III, en el que se lleva a cabo la conversión de grandes estratos del Imperio Romano; protagonistas: los obispos.
2. Los siglos VI al IX en los que asistimos a la reevangelización de Europa después de las invasiones bárbaras; protagonistas: los monjes.
3. El siglo XVI, con el descubrimiento y la conversión al cristianismo de los pueblos del «nuevo mundo»; protagonistas: los frailes.
4. La época actual, que ve a la Iglesia comprometida con una reevangelización del Occidente secularizado; protagonistas: los laicos.
En cada uno de estos momentos se procura observar los errores que hay que evitar y los ejemplos que hay que imitar, así como la aportación específica a la evangelización por parte de los pastores, de la vida monástica, de los religiosos de vida activa y los laicos.
En la segunda parte (Adviento de 2010), continuando la reflexión sobre la evangelización en la época actual, se pasa examen a algunos de los mayores retos que el anuncio del Evangelio encuentra en el mundo de hoy –el cientificismo ateo, el racionalismo y el secularismo–, resaltando la respuesta que, a cada uno de ellos, nos permite dar la fe cristiana. Todo en clave de diálogo, más que de polémica, en el espíritu con el que la Primera Carta de Pedro exhorta a los cristianos a dar razón de la esperanza que hay en ellos, es decir, «con dulzura y respeto» (cfr. 1 P 3, 15 ss).
El título se inspira en una imagen de Charles Péguy, que habla de la oración cristiana como de la estela de una bella nave que comienza en una punta –las dos manos juntas de Jesús– y va alargándose hasta perderse en el horizonte. Aquí se aplica a la predicación de la Iglesia, iniciada, también, con una punta –el anuncio de Jesús–, desarrollada en el tiempo y en el espacio hasta la actual riqueza de doctrina, leyes e instituciones, pero que debe, siempre, recomenzar de nuevo desde esa punta.

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