Las Horas de la Pasión
Luisa Picarreta
Preparación Antes de la Meditación
Oh Señor mío Jesucristo, postrada ante tu divina presencia, suplico a tu amorosísimo corazón que quieras admitirme a la dolorosa meditación de las veinticuatro horas en las que por nuestro amor quisiste padecer, tanto en tu cuerpo adorable como en tu alma santísima, hasta la muerte de cruz. Ah, dame tu ayuda, gracia, amor, profunda compasión y entendimiento de tus padecimientos mientras medito ahora la hora… Y por las que no puedo meditar te ofrezco la voluntad que tengo de meditarlas, y quiero en mi intención meditarlas durante todas las horas en que estoy obligada a dedicarme a mis deberes, o a dormir. Acepta, oh misericordioso Señor, mi amorosa intención y haz que sea de provecho para mí y para muchos, como si en efecto hiciera santamente todo lo que deseo practicar.
Ofrecimiento Después de Cada Hora
Amable Jesús mío, Tú me has llamado en esta hora de tu Pasión para hacerte compañía, y yo he venido. Me parecía oírte angustiado y doliente que oras, reparas y sufres, y con las palabras más conmovedoras y elocuentes suplicas la salvación de las almas. He tratado de seguirte en todo; ahora, debiéndote dejar por mis acostumbradas ocupaciones, siento el deber de decirte “gracias” y un “te bendigo”. Sí, oh Jesús, gracias te repito mil y mil veces y te bendigo por todo lo que has hecho y padecido por mí y por todos; gracias y te bendigo por cada gota de sangre que has derramado, por cada respiro, por cada latido, por cada paso, palabra, mirada, amargura, ofensa que has soportado. En todo, oh mi Jesús, quiero ponerte un “gracias” y un “te bendigo.” Ah mi Jesús, haz que todo mi ser te envíe un flujo continuo de agradecimientos y bendiciones, de manera que atraiga sobre mí y sobre todos el flujo de tus gracias y bendiciones. Ah Jesús, estréchame a tu corazón y con tus santísimas manos márcame todas las partículas de mi ser con tu “te bendigo”, para hacer que no pueda salir de mí otra cosa que un himno continuo de agradecimiento hacia Ti. Nuestros latidos se tocarán continuamente, de manera que me darás vida, amor, y una estrecha e inseparable unión contigo. Ah, te ruego mi dulce Jesús, que si ves que alguna vez estoy por dejarte, tu latido se acelere más fuerte en el mío, tus manos me estrechen más fuerte a tu corazón, tus ojos me miren y me lancen saetas de fuego, a fin de que sintiéndote, rápidamente me deje atraer a la unión contigo.
Ah mi Jesús, mantente en guardia para que no me aleje de Ti, y te suplico que estés siempre junto a mí y que me des tus santísimas manos para hacer junto conmigo lo que me conviene hacer. Mi Jesús, ah, dame el beso del Divino Amor, abrázame y bendíceme; yo te beso en tu dulcísimo corazón y me quedo en Ti.

Más de este autor/tema

Sepa Defender su Fe
Ver Libro

Líneas teológicas fundamentales del Camino Neocatecumenal
Ver Libro

El castigo de los Ángeles
Ver Libro

La Confesión, Guía Católica
Ver Libro

Educar: Exigencia y Pasión
Ver Libro

La Trinidad explicada hoy
Ver Libro

La Dolorosa Pasión de Nuestro Señor Jesucristo
Ver Libro

El Origen de la Religión
Ver Libro

365 días con Pablo VI
Ver Libro

Todo es gracia: En el corazón de la vida cristiana
Ver Libro

Teología para todos
Ver Libro

El Credo del Pueblo de Dios
Ver Libro

Jóvenes de corazón
Ver Libro

Las Maravillas de la Virgen de Guadalupe
Ver Libro

Jesús, Dios entre Nosotros
Ver Libro

Cinco panes y dos peces
Ver Libro

Creer con el corazón
Ver Libro

La Vida oculta de La Virgen María
Ver Libro

El Discernimiento
Ver Libro

El Corazón de Jesús al Mundo
Ver Libro

YouCat Catecismo Joven
Ver Libro

Cristo, Rey de la Sociedad
Ver Libro

Diario De Un Cura Rural
Ver Libro

Una Visita de Dios
Ver Libro

El hombre en busca de sentido
Ver Libro

El camino abierto por Jesús
Ver Libro

¿Quién es Jesús?
Ver Libro

Surge ¡Levántate!
Ver Libro

El Amor más Grande del Mundo
Ver Libro

El Diálogo
Ver Libro
Q magnífica página!!
Sólo puedo agradecer y agradecer!!
Dios los bendiga!!