La acción del Espíritu Santo en las almas

Alexis Riaud

INTRODUCCIÓN

Todos los que han leído La historia de un alma recuerdan esas páginas tan bellas en las que Santa Teresa del Niño Jesús cuenta cómo llegó a descubrir el pequeño camino que, en tan breve tiempo, iba a conducirla hasta la más alta santidad.

Nos refiere que su deseo había sido siempre llegar a ser santa, una gran santa. Pero, cuando se comparaba con los santos de otros tiempos, le parecía que, entre ella y esos gigantes de la santidad, había la misma distancia que en la naturaleza hay entre las más altas montañas y el granito de arena que pisan los pies de los que transitan por el camino. «Soy demasiado pequeña –decía– para subir la empinada escalera de la perfección».

No obstante, lejos de desanimarse ante la vista de su impotencia, se dijo a sí misma que Dios no podría inspirar deseos irrealizables y que, por lo tanto, ella podía, a pesar de su pequeñez, aspirar a la santidad, y que debía existir un camino recto y corto, una especie de ascensor divino, que le permitiría realizar esos grandes deseos suyos.

Algunos textos luminosos de la Sagrada Escritura le hicieron descubrir ese caminito, y Teresa comprendió que el ascensor divino, que la haría elevarse hasta las más altas cimas de la santidad, son los brazos de Jesús.

Los brazos de Jesús, que son también los brazos del Padre, de ese Padre infinitamente misericordioso que tiene el corazón más tierno que la más tierna de las madres… Y esto que ella pensaba era el Espíritu Santo, que es el Espíritu del Padre y el Espíritu del Hijo al mismo tiempo, por medio de quien el Padre y el Hijo obran en nosotros toda santidad; es ese Amor misericordioso de Dios, en el que Teresa se abandonó sin reserva con el fin de que llevase a cabo libremente en ella las maravillas que sabemos.

Él solo fue quien hizo de Teresita la gran santa, la gran taumaturga y la gran conquistadora de nuestro tiempo. No cabe duda de que Él también llevaría a cabo iguales maravillas en cada uno de nosotros, si supiéramos, igual que Teresa, abandonarnos sin reservas a su acción divina.

Ésta es una de las grandes enseñanzas que se desprenden de la vida y de los escritos de la Santa de Lisieux. Posiblemente olvidamos, o no consideramos, en la práctica el papel primordial y absolutamente necesario que le corresponde al Espíritu Santo en la obra de la santificación de toda alma.

«Os conviene que yo me vaya –dijo Jesús a sus discípulos–; pues si no me voy, el Paráclito no vendrá; por el contrario, si me voy os lo enviaré… y Él os enseñará toda verdad» (Jn 16). Él es el Espíritu que vivifica, y no hay quien pueda ser verdaderamente hijo de Dios sino en la medida en que se deje dirigir por Él.

Muchos piensan que los dones del Espíritu Santo son algo superfluo en nuestro organismo sobrenatural, que sólo son de utilidad para algunas almas llamadas a una santidad extraordinaria o destinadas a vivir en medio de circunstancias particularmente difíciles, pero que no son indispensables para la gran mayoría de la gente.

No es éste el pensamiento del Príncipe de los Teólogos, Santo Tomás de Aquino, para quien la acción del Espíritu Santo es siempre necesaria, junto con el auxilio de las virtudes teologales y morales, para hacer que el hombre alcance su fin último sobrenatural. Y tampoco es ésta la manera de ver de San Pablo, o sea, del mismo Espíritu Santo, ya que, según la enseñanza del gran Apóstol, nosotros no somos capaces ni siquiera de un solo buen pensamiento sin la ayuda del Espíritu Santo: «Nadie puede decir Señor Jesús, sino en el Espíritu Santo».

Por haber menospreciado en la práctica este papel indispensable del Espíritu Santo en la obra de la santificación personal, es por lo que tantas almas se han desviado y se siguen desviando cada día del camino de la santidad. Ante la aparente inutilidad de sus esfuerzos para superar sus defectos, acaban por decirse que esa tarea es superior a sus fuerzas, y que no les queda más que conformarse con la honesta mediocridad del común de los hombres.

Sin embargo, a todos dijo el Señor: «Sed perfectos (con la perfección propia de vuestro estado), como vuestro Padre celestial es perfecto». Y sabemos que nuestro Salvador no tiene mejor deseo que el de ver que todas las almas, a las que ha rescatado con el precio de su Sangre, responden a su llamada para que sean santas.

Nos desanimamos porque contamos con nosotros mismos, con nuestros propios esfuerzos, en vez de apoyarnos únicamente en el Espíritu Santo y esperarlo todo de Él solo.

¿Quiere esto decir que no hay que hacer esfuerzos para alcanzar esa perfección? Lejos de nosotros ese pensamiento: «El Reino de Dios sufre violencia –dice Jesús– y los violentos son quienes lo arrebatan» (Mt 11, 12). Es indispensable perseverar en los intentos de levantar nuestro pequeño pie, como el niño del que habla Santa Teresita. Pero debemos guardarnos de esperar ningún resultado directo de nuestros esfuerzos.

Importa tener presente que esos esfuerzos no tienen más razón de ser que la de disponernos para la acción del Espíritu Santo, reduciéndonos poco a poco a ese estado de humildad en el cual la acción del Espíritu divino puede por fin ejercerse libremente sobre un alma. Por eso hay que continuar con perseverancia todo el tiempo que a Dios le parezca bien, sin jamás desanimarse ni preocuparse de su aparente inutilidad. En realidad, al disponer a nuestra alma para la acción del Espíritu Santificador, nuestros esfuerzos contribuyen grandemente, aunque de manera indirecta, a nuestra santificación.

Pero del Espíritu Santo sólo debemos esperar la santidad, y esta santidad no nos será negada, si sabemos perseverar en el esfuerzo y esperar la hora señalada por la divina Providencia. El alma que ha puesto en Dios su confianza no puede quedar confundida.

El propósito de las páginas que siguen será sencillamente recordar a los lectores y, en su caso, concretarles, apoyados en las Escrituras y en la enseñanza de la Iglesia, las nociones esenciales que a cualquier cristiano le interesa conocer sobre el Espíritu Santo mismo; sobre el papel que le corresponde en la obra de nuestra santificación; sobre la naturaleza de estas disposiciones maravillosas, puestas en nosotros el día de nuestro bautismo, a las que llamamos los dones del Espíritu Santo y por las cuales el Espíritu divino quiere mover de manera eficaz al alma fiel hacia su fin último sobrenatural; finalmente, sobre los frutos preciosos que estos dones operan infaliblemente en toda alma que se abandona sin reservas a la acción del Espíritu Santo.


Para activar la descarga es necesario una suscripción. Algunos libros requieren de una suscripción premium.

epub
epub
mobi
mobi
pdf
pdf


Adquiere una suscripción

¿Ya tienes una suscripción?

Ingresa aquí:


DETALLES DE ESTE LIBRO


Más de este autor/tema


No se han encontrado entradas.
El regreso de Don Quijote

El regreso de Don Quijote

Había mucha luz en el extremo de la habitación más larga y amplia de la Abadía de Seawood porque en vez de paredes casi todo ...
Testimonio de Gloria Polo

Testimonio de Gloria Polo

  La Dra. Gloria Polo, odontóloga colombiana, fue alcanzada por un rayo en 1995. Sus órganos quedaron carbonizados. Como ella misma dice, el hígado, los ...
Mis conversaciones con las Almas del Purgatorio

Mis conversaciones con las Almas del Purgatorio

La Princesa Eugenia, de la dinastía alemana de los von der Leyen, por via materna, poseyó un carisma del todo particular; gracias a una especial ...
Diez lecciones sobre el martirio

Diez lecciones sobre el martirio

Siglo XX, siglo de mártires En mayo de 1998, al organizarse el Calendario para el Jubileo del año 2000, se previó una conmemoración ecuménica de ...
Homilías sobre el evangelio de San Mateo

Homilías sobre el evangelio de San Mateo

San Juan Crisóstomo, luminar mayor de la Iglesia universal, que sólo tiene par, en Occidente, con San Agustín, y el más grande, sin duda, de ...
Libro de la oración y meditación

Libro de la oración y meditación

EL libro de la oración y meditación fue escrito por Fray LUIS DE GRANADA en 1554, cuando tenía cincuenta años de edad. Este libro causó ...
Vita Antonii, Vida de san Antonio Abad

Vita Antonii, Vida de san Antonio Abad

San Atanasio escribe la vida de San Antonio según la mayor parte de los críticos, poco después de su muerte en el 356. Antonio había ...
Para Salvarte

Para Salvarte

Doy gracias a Dios por la gran difusión que este libro está teniendo, tanto entre jóvenes como entre casados, entre obreros y entre estudiantes. Aunque ...
El placer de ser libre: Temple y dominio

El placer de ser libre: Temple y dominio

Cada libro tiene su historia, y este como es natural también tiene la suya. Importa conocerla para entender por qué me decidí a escribirlo. Hacía ...
Carta del Papa a los Niños

Carta del Papa a los Niños

Dentro de pocos días celebraremos la Navidad, fiesta vivida intensamente por todos los niños en cada familia. Este año lo será aún más porque es ...
La confianza en Dios

La confianza en Dios

Tal vez uno de los términos más utilizados en nuestro tiempo sea el de “seguridad”, pues el miedo y la desconfianza se han instalado en ...
Las cinco festividades del Niño Jesús

Las cinco festividades del Niño Jesús

Dado que, según el parecer y la doctrina de aquellos hombres venerables que la irradiación divina más ampliamente ilustró en la Iglesia de Dios, y ...
Santa Teresa Benedicta de la Cruz Edith Stein

Santa Teresa Benedicta de la Cruz Edith Stein

Muchas veces se oye la propuesta de no mencionar los convertidos al catolicismo para no herir susceptibilidades, y no entorpecer el ecumenismo o el diálogo ...
Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium

1. La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él ...
Mi vida en Nazaret

Mi vida en Nazaret

   Este libro está lleno de palabras de la pequeña y sencilla María de Nazaret, … tienen un encanto particular… No son recuerdos nostálgicos de un ...
Vida y Reino de Jesús en las Almas cristianas

Vida y Reino de Jesús en las Almas cristianas

El Reino de Jesús apareció en Caen el año 1637. Después de rendir homenaje y consagrar la Obra a Jesús y María, el autor la ...
La verdad del amor humano

La verdad del amor humano

1. El Concilio Vaticano II, de cuyo inicio celebraremos el 50º aniversario el próximo 11 de octubre, trató con particular atención del matrimonio y la ...
Libro de Las Causas y Remedios de las enfermedades

Libro de Las Causas y Remedios de las enfermedades

En diciembre de 2011, el Papa Benedicto XVI dejó traslucir su intención de declarar Doctora de la Iglesia a Santa Hildegarda de Binguen, cosa que ...
Sor Ángeles Sorazu, asociada a los ángeles

Sor Ángeles Sorazu, asociada a los ángeles

La vida de sor Ángeles Sorazu es una vida centrada en María. La Virgen fue para ella el motor de su vida espiritual; la guía ...
Manzanas de Gomorra

Manzanas de Gomorra

Los prólogos se suelen redactar después de escribir un libro. En el caso de la presente obra, estas líneas introductorias son colocadas aquí antes de ...
Oraciones a La Santísima Virgen María

Oraciones a La Santísima Virgen María

¡María! ¡María! ¡Dulcísima María, Madre querida y poderosa Auxiliadora mía! Aquí me tienes; tu voz maternal ha dado nuevos bríos a mi alma y anhelosa ...
Sentencias de los Padres del Desierto

Sentencias de los Padres del Desierto

 1. Preguntó uno al abad Antonio: «¿Qué debo hacer para agradar a Dios?» El anciano le respondió: «Guarda esto que re mando: donde quiera que ...
La corrección y La Gracia

La corrección y La Gracia

1. Después de leer, queridísimo hermano Valentino y amigos que servís juntamente al Señor, la carta que me enviasteis por medio del hermano Floro y de ...
La perfecta casada

La perfecta casada

¿Quién hallará mujer de valor? Raro y extremado es su precio. Pero, antes que comencemos, nos conviene presuponer que, en este capítulo, el Espíritu Sancto ...
La siempre Virgen Santa María de Guadalupe en España y México

La siempre Virgen Santa María de Guadalupe en España y México

NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE En Cáceres, España. La Imagen española de la "Guadalupe" es una antigua talla de madera de cedro, revestida por ricos mantos ...
La Iglesia Católica y la Contra-fe

La Iglesia Católica y la Contra-fe

Por razones que son comprensibles, si no del todo justificables, muchos de nosotros tenemos aversión a los prefacios y las introducciones. Queremos “poner manos a ...
El Papa Francisco: Claves de su pensamiento

El Papa Francisco: Claves de su pensamiento

En su intervención en las congregaciones generales previas al Cónclave, el cardenal Jorge Mario Bergoglio trazó en breves frases la necesidad de evangelizar el mundo ...
El Último Exorcista

El Último Exorcista

Pido disculpas a los lectores si, después de haber escrito tantos libros sobre Satanás y los exorcismos, me atrevo una vez más a presentarles uno ...
San Josemaría Escrivá: Crónica de un sueño

San Josemaría Escrivá: Crónica de un sueño

Presentación: Josemaría Escrivá, hombre de contrastes Pilar Urbano Cuando afronté la biografía de Josemaría Escrivá de Balaguer, El hombre de Villa Tevere, mi inquietud interior ...
El amor a la Cruz o los amigos de la Cruz

El amor a la Cruz o los amigos de la Cruz

  La divina cruz me tiene escondido y me prohíbe hablar. No me es posible –y tampoco lo deseo– dirigiros la palabra a fin de ...
0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta