El Espíritu Santo en la Biblia y en nuestra vida
P. Hugo Estrada
Introducción
Cuando era niño, escuchaba a los predicadores que, como escandalizados, narraban la escena en que San Pablo llega a Efeso y se encuentra con un grupo de «cristianos» en cuyas vidas no se evidenciaba la experiencia del Espíritu Santo. Ahora como sacerdote, después de muchos años de predicación, también , yo me escandalizo al oír hablar a muchos del Espíritu Santo como de algo «lejano», «abstracto», y no como de una gozosa «experiencia» en sus vidas.
Existen muchos y valiosos libros sobre el Espíritu Santo. Lastimosamente muchos de esos libros están escritos por «expertos», cuyo tecnicismo teológico impide que nuestro pueblo pueda gustar de la enseñanza -tan necesaria- acerca del Espíritu Santo.
Durante muchos años, con gozo, he podido constatar, cómo tantísimas personas, al llegar a tener una «experiencia» del Espíritu, han dado un viraje total en sus vidas. Los he visto «crecer» espiritualmente en una manera inexplicable. También, con alegría, no dejo de apreciar el «viento fuerte» que sopla en nuestra Iglesia, rejuveneciéndola y llenándola de la vitalidad propia del Espíritu Santo.
Mi ideal, al escribir este libro, ha sido «vulgarizar» lo que se ha dicho acerca del Espíritu Santo en la Biblia. Más que un estudio, mi libro es una “prédica” sobre el Espíritu Santo.
Tengo la ilusión de que muchas personas, al leer mi libro, puedan conocer y apreciar mejor ese REGALO inapreciable del Paráclito, del Ayudador, del Abogado, que Jesús prometió en la Ultima Cena, y que entregó a su Iglesia el día de Pentecostés.
Que el Espíritu Santo, ilumine a las personas que se van a acercar a mi libro, para que con su luz puedan ser conducidas a Jesús, que es el único camino que nos conduce hacia el Padre.
Ruego también a la «Llena de Gracia», la que mejor se dejó «conducir» por el Espíritu Santo, que nos acompañe con su oración maternal para que nos dejemos, también nosotros, « controlar» por el Espíritu Santo, y, como Ella, en todo momento, podamos decir: «HAGASE EN MI SEGUN TU PALABRA».
P. Hugo Estrada, s.d.b.

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