Cuando la Iglesia era joven

Marcellino D’Ambrosio

PRÓLOGO

Cuando una estrella nueva apareció en Belén, la pequeña y soñolienta aldea era territorio ocupado. Sesenta años atrás, un ejército extranjero atravesó la región reclamando Palestina como provincia de Roma.

Los ingenieros romanos emprendieron la tarea de levantar nuevos edificios y las legiones, la de conquistar nuevos territorios. Pero Roma ya no era joven: había envejecido y estaba decrépita. La república de Cicerón degeneró en el despotismo de César. Tirano tras tirano fueron ganando poder a costa de mucha sangre. El culto a la familia, al trabajo y a la frugalidad fue reemplazado por la adicción a los placeres y al poder. El estado de bienestar basado en la conquista y en una mano de obra esclava compró la lealtad del pueblo regalando pan y juegos de gladiadores. Todos estaban dispuestos a cambiar su libertad por una vida más cómoda.

En medio de esa decadencia, el Evangelio de Jesucristo trajo una callada ilusión y una nueva esperanza que no dejaron de crecer pese a todos los esfuerzos por aniquilarlas. En Galilea prendió una chispa que se inflamó en Pentecostés y, transcurridas una o dos décadas, llegó a las puertas de la capital del César, haciendo de ella el nuevo centro de la vida y la misión cristianas.

La historia no acabó con los apóstoles. Pablo y la mayoría de los doce fueron ejecutados a manos del corrupto y viejo imperio, para el que representaban una amenaza inquietante. Cuando murió el último apóstol –en torno al año 100 d.C.–, la nueva forma de vida y la nueva esperanza cristianas apenas habían calado en la sociedad.

Aún quedaba mucho por hacer. Todavía no existía el Nuevo Testamento. Es cierto que Pedro, Pablo y Juan escribieron cartas a una u otra comunidad; y que, en esa misma época, circulaban unas cuantas recopilaciones de palabras de Jesús y relatos de su vida y de la Iglesia de la primera generación. Además, existían otros textos, entre los que se contaba uno que contenía ciertas visiones inquietantes. Ahora bien: de todos esos textos, ¿cuáles ofrecen la auténtica enseñanza de Jesús y de los apóstoles? Y, si son auténticos, ¿qué autoridad poseen? ¿Hay que considerarlos textos inspirados, como los de Moisés e Isaías? Y, por cierto: ¿Jesús era realmente Dios o únicamente el mayor de los profetas? ¿Era plenamente hombre o poseía únicamente forma humana? Algunos textos de Pablo son difíciles de entender. ¿Qué quería decir Pablo? ¿Qué quería decir el mismo Jesús?

Los que se adelantaron a responder a estas preguntas tomaron el testigo de los apóstoles y atravesaron con él los años de la infancia de la Iglesia. Recibieron el nombre de «Padres de la Iglesia», igual que a los creadores de la nueva república americana se los conoce como «Padres fundadores».

Son los padres quienes engendran vida. Y, si la vida física es algo maravilloso, la vida espiritual –que procede del conocimiento íntimo de Dios– lo es aún más. Los Padres engendraron esa vida sobre todo a través de su enseñanza. Ellos mismos compararon la Palabra de Dios y la enseñanza de Cristo y de los apóstoles con la semilla que da vida. Pero también las compararon con el pan que sostiene esa vida. Como todo buen padre, además de engendrar vida, la sostuvieron. No se limitaron a sembrar la semilla apostólica: también facilitaron alimento, consejo y disciplina con intención de llevar a la Iglesia de la infancia a la madurez.

En la Iglesia primitiva hubo muchos maestros cuya enseñanza murió con ellos y cuyos nombres se han perdido. Los primeros maestros cristianos que acabaron recibiendo el nombre de «Padres» son los que dejaron su enseñanza por escrito, lo que les ha permitido seguir enseñándonos a nosotros. Y tenemos verdadera necesidad de esa enseñanza. Este mundo nuestro, cínico y cansado, se parece mucho a la exhausta sociedad romana de su tiempo. Las preguntas a las que contestaron son nuestras preguntas, y sus problemas son nuestros problemas. Hoy nos hace falta volver a escuchar sus voces resonando con las jóvenes energías de la Iglesia primitiva.

Esa es la razón de este libro. La Iglesia de entonces corría el peligro interno de la división y las componendas. Y corría el peligro externo de la persecución y la tentación moral. ¿Te suena esto a algo? El testimonio de los Padres fue esencial para la unidad y la vitalidad de la Iglesia de entonces. Y ese testimonio sigue siendo esencial para la restauración de la unidad y la vitalidad de la Iglesia de hoy.

Este libro no pretende ser un manual básico o enciclopédico, de los que ya existen muchos y que recomiendo vivamente. Solo pretende familiarizar al lector con las personalidades singulares y la vibrante pasión de quienes son nuestros antepasados comunes, y compartir unas cuantas joyas del tesoro de su valiosa enseñanza, que es patrimonio de todos nosotros.

Y cuando digo «nosotros» me refiero a toda la familia cristiana. Mucho antes del cisma entre Oriente y Occidente, entre los protestantes y los católicos; mucho antes de que las palabras católico, ortodoxo y evangélico designaran a comunidades distintas y divididas entre ellas, los Padres de la Iglesia se gloriaban en una sola fe en el Cuerpo unido de Cristo, que no puede ser más que evangélico, católico y ortodoxo.

Ha llegado el momento de redescubrir nuestra herencia común. Recuperando los días en que la Iglesia era joven y explorando juntos nuestras raíces, viviremos un nuevo crecimiento que producirá nuevos frutos, una unidad nueva y un inmenso gozo.


Para activar la descarga es necesario una suscripción. Algunos libros requieren de una suscripción premium.

epub
epub
mobi
mobi
pdf
pdf


Adquiere una suscripción

¿Ya tienes una suscripción?

Ingresa aquí:


DETALLES DE ESTE LIBRO


Más de este autor/tema


No se han encontrado entradas.
Infidelidades en la Iglesia

Infidelidades en la Iglesia

La Providencia divina me ha dado, en más de treinta años de vida pastoral como profesor de teología, escritor y predicador, conversar en distintos países ...
San Ignacio de Loyola

San Ignacio de Loyola

San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, una de las instituciones más gigantescas de la Iglesia, y autor de los Ejercicios Espirituales, ...
De los Nombres de Cristo

De los Nombres de Cristo

  Introdúcese en el asunto con la idea de un coloquio que tuvieron tres amigos en una casa de recreo. Era por el mes de ...
Carta Apostólica Spiritus Domini

Carta Apostólica Spiritus Domini

Al querido hijo Juan M. Lasso de la Vega, Superior general de la Congregación del Santísimo Redentor. "El Espíritu del Señor está sobre mí; por ...
Ven, sé mi luz

Ven, sé mi luz

 Durante décadas, Madre Teresa y su obra suscitaron un enorme interés público. A la vista de toda la atención que recibió durante su vida, y ...
Frutos y Dones de Espíritu Santo

Frutos y Dones de Espíritu Santo

Para la mayoría de la gente, la vida ordinaria está caracterizada por la sensación de que Dios está ausente. No obstante, una poca de metafísica ...
Obras completas de Jacques Philippe

Obras completas de Jacques Philippe

JAQUES PHILIPPE es miembro de la Comunidad de las Béatitudes. En su seno ha asumido importantes responsabilidades (consejero general, responsable de los sacerdotes y los ...
Ronald Knox

Ronald Knox

Para convertirse en una celebridad nacional, a Ronald Knox sólo le faltó ser lo suficientemente longevo. Si hubiese vivido hasta los ochenta, muy a su ...
Sabiduría de un pobre

Sabiduría de un pobre

La palabra más terrible que haya sido pronunciada contra nuestro tiempo es quizá ésta: “Hemos perdido la ingenuidad.” Decir eso no es condenar necesariamente el ...
Didaché o Didaje

Didaché o Didaje

Hay dos caminos: uno de la vida, y otro de la muerte; pero muy grande es la diferencia entre los dos caminos. El camino de ...
La Victoriosa Reina del Mundo

La Victoriosa Reina del Mundo

Sor María Natalia de las Hermanas de santa Ma. Magdalena nació en 1901 cerca de Pozsony, en la actual Eslovaquia. Sus padres eran artesanos de ...
Tu puedes ser santo, vida de san Josemaría Escrivá de Balaguer

Tu puedes ser santo, vida de san Josemaría Escrivá de Balaguer

La vida de san Josemaría Escrivá de Balaguer es una vida hermosa. Él nos enseña que todos podemos llegar a la santidad, que ser santos ...
El Santo Abandono

El Santo Abandono

Queremos salvar nuestra alma y tender a la perfección de la vida espiritual, es decir, purificarnos de veras, progresar en todas las virtudes, llegar a ...
Una pena en observación

Una pena en observación

Nadie me había dicho nunca que la pena se viviese como miedo. Yo no es que esté asustado, pero la sensación es la misma que ...
Cuentos

Cuentos

Si bien es en la faceta novelística donde más ha destacado Dostoievski, no es menos cierto que el género del cuento, el periodismo, el relato, ...
El Verdadero amor

El Verdadero amor

Durante su permanencia en Milwaukee, el P. Kentenich tuvo a su cargo la atención pastoral de la colonia alemana de esa ciudad. Regularmente, celebraba la ...
Regla de San Benito Abad

Regla de San Benito Abad

1 ESCUCHA, hijo, los preceptos del Maestro, e inclina el oído de tu corazón; recibe con gusto el consejo de un padre piadoso, y cúmplelo verdaderamente ...
Las edades del Espíritu

Las edades del Espíritu

Este proceso de crecimiento —al que solemos llamar vida o espiritualidad cristiana— no es arbitrario ni anárquico. Sigue las condiciones de crecimiento en el ser ...
Crisis de Fe

Crisis de Fe

Como siempre le debo una multitud de gracias a varias personas que me han ayudado tremendamente con esta u otras obras que se han publicado ...
Cambiaste mi luto en danza

Cambiaste mi luto en danza

Estas páginas van a tener como telón de fondo cinco lugares a los que nos convocan los evangelios domingos de Cuaresma: el desierto de Judea, ...
Oración Mental Según Santa Teresa

Oración Mental Según Santa Teresa

¿Es posible que el método de enseñar en los principios a hacer oración mental sea causa de rehuir la oración? Para cantar sólo es necesario ...
Milagros de Nuestra Señora

Milagros de Nuestra Señora

MILAGROS de Nuestra Señora es la obra capital de Gonzalo de Berceo, clérigo secular del monasterio de San Millán. Se trata de una compilación de ...
La Cristiandad y su cosmovisión

La Cristiandad y su cosmovisión

En el año 1991 dicté un curso sobre la Cristiandad a solicitud de la Corporación de Abogados Católicos. Me pareció un ofrecimiento interesante ya que ...
Aprender a madurar

Aprender a madurar

Desde que nace, el ser humano —varón o hembra— se enfrenta al reto de madurar como persona. Primero, como es lógico, en lo físico; después, ...
Dios te Salve, Reina y Madre

Dios te Salve, Reina y Madre

Unos meses antes de morir, Santa Teresa de Lisieux realizó su sueño de expresar en forma de canción todo lo que pensaba sobre la Virgen ...
Acudir a Dios en la angustia

Acudir a Dios en la angustia

En los opúsculos de Karl Rahner aparecidos hasta el momento hemos seleccionado en gran parte ensayos y piezas individuales relativamente independientes. Cuando Andreas R. Batlogg ...
La singular humanidad de Jesucristo

La singular humanidad de Jesucristo

Un título que podría cuadrar bien a este libro sería Problemas actuales de cristología, si no fuera demasiado pretencioso parangonar este ensayo con el célebre ...
El padre Pío y la oración de quietud

El padre Pío y la oración de quietud

Para dar a conocer y difundir la oración de quietud, he impartido muchos cursos de «Iniciación en la oración de quietud» en instituciones de formación ...
Teresa de Calcuta, Novela de un alma

Teresa de Calcuta, Novela de un alma

Es la primera verdadera santa contemporánea, y no solamente desde el punto de vista cronológico, ya que ha vivido y pertenece a nuestro tiempo, sino ...
San Agustín

San Agustín

Hablar del converso San Agustín es adentrarse en un piélago inmenso en el que no es fácil tocar fondo. Menos mal que nos ha dejado ...
0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta