El Galileo Eterno
Fulton J. Sheen
La Infinitud de lo Pequeño
¿Cómo puede el alma hallar a Dios? Es un hecho psicológico que sólo siendo pequeños podemos descubrir algo grande. Esta ley, llevada al nivel espiritual, nos dice cómo podemos hallar al inmenso Dios, y ello es, llegando a poseer el espíritu de los niñitos. Verificada esta ley recurriendo a la experiencia personal y ved cómo se aplica a Dios.
En el orden físico habéis notado alguna vez que a un niño todo le parece grande: su padre es más grande que cualquier otro hombre del mundo, y su tío, que ahora está de pie cerca a la ventana, es más alto que los grandes robles allá en el valle. Todo niño ama la historia de Jack y el palo de alubias, porque para él cada palo de alubias se eleva hasta el mismo cielo. Ahora, en la realidad los palos de alubias no tocan las estrellas, pero para el niño sí las tocan, porque éste es tan pequeño que en relación con él todo es grande, aun el palo de alubias. Sólo al crecer el niño los palos de alubias se vuelven pequeños. Es sólo siendo pequeños como podemos descubrir algo grande.
Tomad otro ejemplo. A todo niño le gusta jugar al caballito con una escoba. Se monta en ésta y, por alguna magia peculiar, su única pata de madera se cambia en cuatro cascos piafantes, y su paja, en una crin despeinándose a todos los vientos. Ahora bien, las escobas no son caballos, ni su paja es una crin; pero para un niño sí lo son, porque él es tan pequeño que en comparación suya todo lo demás es grande. Aun sus gigantes que derriban bosques como si fueran hierba, son creaciones de la humildad. Sólo cuando crece hasta ser grande, un hombre grande, es cuando mueren los gigantes y sus cuentos de hadas se vuelven insensateces. Sólo siendo pequeños es cómo podemos descubrir algo grande.
Tomad un ejemplo final. En muchos hogares se halla ahora jugando un muchacho con soldaditos de plomo, que no tienen más de tres pulgadas de alto. El los coloca en fila bajo el comando de tenientes, mayores y generales, y los envía a combatir al enemigo. Estos soldados para él no son de plomo, son de carne y hueso; no tienen tres pulgadas de alto, sino seis pies; no portan fusiles de juguete, sino que usan potentes ametralladoras; no están allí de pie, quietos, sino marchando fuera de las trincheras para dar el asalto. El puede oler el humo de la batalla, oír las bombas que revientan, sentir la metralla y ver cómo caen muertos los hombres a su lado. El mismo rojo del tapiz es la sangre del campo de batalla, cuando los cañones de largo alcance convierten los campos de adormidera en Haceldama de sangre. ¡Es una guerra real, y no habrá paz hasta que termine! Cuando él crezca, dejará de jugar y los soldados serán sólo juguetes rotos de plomo, cuando se contraen de seis pies a tres pulgadas y son recogidos en una cesta de desperdicios y apartados junto con los gozos de la niñez que nunca volverán.
¿Qué significa ser un niño? “Ser un niño es ser algo muy diferente del hombre de hoy. Es tener un espíritu brotando todavía de las aguas del bautismo; es creer en el amor, creer en la belleza, creer en la fe; es ser tan pequeño que los duendecillos alcanzan a cuchichear en sus oídos; es convertir calabazas en coches, y ratones en caballos; humildad en excelsitud e insignificancias en grandezas, pues cada niño tiene su hada madrina en su propia alma; es vivir en una cascara de nuez y sentirse el rey del espacio infinito. El universo es su caja de juguetes. El mete sus dedos en el crepúsculo. Se llena de polvo de oro al revolcarse en medio de las estrellas. Hace inocentes travesuras con la luna. Los meteoros hociquean en sus manos. Importuna al trueno encadenado y gruñón, y ríe al sonido de sus cadenas de fuego. Corretea por las puertas del cielo. Su piso está lleno de las fantasías rotas. Corre salvaje sobre los campos del éter. Da caza al mundo girante. Se coloca entre los pies de los cabellos del sol. Se pone al regazo de la Madre Natura y trenza sus guedejas sueltas de cien modos caprichosos para ver en cuál parecerá más hermosa”. Esto es lo que significa ser un niño. Por ello es, también, por lo que sólo siendo pequeños es cómo podemos descubrir algo grande.
Francis Thompson. “Ensayo sobre Shelley”.

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