El Corazón de Jesús al Mundo
Padre Lorenzo Sales
Misionero de la Consolata
De los escritos de Sor M. Consolata Betrone Monja Capuchina
Imprimatur, nihil obstat Torino, 6 maggio 1999 + Pier Giorgio Micchiardi
En la reunión del Día Mundial de la Juventud en Denver, S. S. Juan Pablo II, narra la historia de este siglo que se vuelve al final como sí en la larga trayectoria humana vemos siempre el presente, el encuentro entre el bien y el mal, entre la gracia de Dios y el poder del maligno, mas nunca como en este siglo con esfuerzo, firmeza, claridad y decisión.
Sorprendentemente es también el tiempo en que más frecuente e insistentemente toca la llamada de nuevo a la bondad, ternura y misericordia de Dios; apelación que viene de Madre Esperanza de Collevalenza, de Sor Faustina de Polonia, del Monje Silvano de la Montaña de Athos y encuentra la confirmación en la Encíclica luminosa de 1980 “Dives in misericordia”, una página extraordinaria que ayuda a que nosotros vivamos esta última línea del itinerario hacia el gran jubileo, el año del Padre “rico en la misericordia”.
Se trata de una convicción profunda, una fe arraigada, un “instinto espiritual” que los creyentes encuentran en la Sagrada Escritura como un hilo rojo que invade y une toda la historia de la salvación, comenzando por el Señor que escucha el lamento de Israel esclavizado en Egipto hasta encontrar su punto más alto en las palabras y en la persona de Jesús, que no vino por los justos, sino por los pecadores y en el misterio de la cruz revela la profundidad del amor divino aquel “beso dado por la misericordia a la justicia” (Dives in misericordia, n.9).
Las almas que han experimentado una vocación particular para consolidar el misterio de la misericordia, se vuelven el anuncio a los hermanos y hermanas, para empezar la Virgen María, la Madre del Crucificado y por consiguiente la Madre de la Misericordia, “llamada de manera especial a acercar a los hombres a ese amor que su Hijo viene a revelar” (l.c.).
En esta parte del testimonio de la vida y de los escritos de Sor Consolata Betrone, una criatura simple que entra en el círculo de aquéllos por los cuales Jesús bendice a su Padre: “Yo te bendigo… porque has escondido estas cosas a los sabios y lo has revelado a los pequeños” (Mt 11,25). Una monja Capuchina humilde y oculta a tal punto que, habiendo descubierto en los escritos de Santa Teresa de Lisieux en “el caminito”, no duda llamar que quiere recorrer “el pequeñísimo camino del amor”. Pasa, entonces que estas notas nacieron del diálogo consigo misma sobre el amor de Dios y destinadas a permanecer ocultas, se convierten en luz espiritual para las almas que buscan “un mensaje de amor” de utilidad extraordinaria.

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