Los seis días de la creación

San Ambrosio de Milán

INTRODUCCIÓN

Los seis días de la Creación es tenida por muchos, si no como el escrito más importante en el conjunto de la obra ambrosiana, al menos el más amplio y ambicioso de los tratados que dedicó a diversos temas del Génesis, como el Paraíso, Caín y Abel, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José y los Patriarcas, además de la Interpelación de Job y David y las dos Apologías de David. Esta obra, dividida en seis libros, contiene un amplio comentario al primer capítulo del Génesis.

I. La exégesis del primer capítulo del Génesis

Toda la Sagrada Escritura ha atraído desde siempre a autores cristianos, tanto griegos como latinos, y no sólo en prosa, sino también en verso. En efecto, entre estos últimos, ya por el tiempo de Ambrosio circulaban paráfrasis de los relatos bíblicos -los Evangeliorum libri IV de Juvenco fueron redactados hacia el 320- para uso de las escuelas, redactados en hexámetros en los que la juventud encontrara alternativas a la epopeya pagana. En esas paráfrasis Jesús y sus apóstoles desempeñaban con ventaja el papel de héroes cuyas hazañas, en vez de estar ensombrecidas por las debilidades de éstos, contribuían a la formación del alma cristiana.

Pero el relato, de la creación del universo en seis días -Hexamerón-, ha tenido un aliciente especial porque gracias a él era posible oponer una explicación coherente a las cosmogonías paganas. En este sentido, y más o menos contemporáneo al Hexamerón ambrosiano, la Alethia de Claudio Mario Victorio (f 425) se ocupaba del relato de la Creación en los setenta primeros versos del libro I. Hacia los mismos años escribió Cipriano Galo, también en verso, su Heptateuco, que parafraseaba los siete primeros libros del Antiguo Testamento.

1. Comentarios en griego

Mas, mucho antes de estas epopeyas edificantes, habían sido redactados comentarios en prosa al pasaje de la Escritura que nos ocupa. La historia comienza entre los griegos con Filón (h. 25 a. C.-40 d. C.) y Clemente de Alejandría (f h. 215 d. C.), creadores de la escuela exegética que lleva el nombre de la ciudad donde ejercieron su magisterio. El primero desde su fe judía y su espíritu griego y el segundo en su intento de compatibilizar el pensamiento griego con la fe cristiana, escribieron unos comentarios al libro del Génesis en los que se pone de relieve el sentido alegórico del texto sagrado, dando así pie a aplicaciones directas a la sicología y a la ética humanas1.

Entre uno y otro, aunque desde una perspectiva más bien apologética, está la producción de Teófilo de Antioquía, obispo de esta ciudad, capital de la Siria, a finales del s. II. De su obra Tres libros a Autólico, el segundo de ellos creación del mundo del primero y alusiones a libros -hoy perdidos- del segundo en los que comentaba el Antiguo Testamento.

incluye una amplia interpretación del primer capítulo del Génesis, en contraposición a la mitología y a las contradictorias doctrinas de filósofos y poetas paganos2. Para Teófilo la historia que narra este libro es significativa porque describe la creación del universo como obra de un solo Dios, que se sirve de su Verbo como instrumento. Los diferentes días son otros tantos escalones, orientados hacia la aparición de la naturaleza y el destino del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios y cumbre de toda su obra.


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