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Manual de la Fe, la Esperanza y La Caridad

San Agustín

Desea para Lorenzo el don de la verdadera sabiduría

No puedo explicar, amadísimo hijo Lorenzo, cuánto me agrada tu erudición, y qué deseo tan grande tengo de que seas sabio; no del número de aquellos de quienes está escrito: ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde el letrado? ¿Dónde el disputador de las cosas de este mundo? ¿No ha hecho Dios necedad la sabiduría de este mundo?, sino del número de aquellos de quienes se dice: Los muchos sabios son la salud del mundo; y de la manera que desea el Apóstol que sean aquellos a quienes escribe: Deseo que seáis prudentes para el bien, sencillos para el mal. Pues como ninguno puede existir por sí mismo, del mismo modo ninguno tampoco puede ser sabio si no lo ilumina aquel de quien se dice: Toda sabiduría. viene del Señor.

La sabiduría del hombre es la piedad

  La sabiduría del hombre es la piedad; así se halla escrito en el libro de Job, donde se dice que la misma sabiduría dijo al hombre: La piedad, ésa es la sabiduría. Pero si deseas saber de qué piedad se trata en este lugar, más claramente lo encontrarás en el texto griego, donde se lee θεοσέβειαν, es decir, culto de Dios. Del mismo modo, la piedad se expresa. en griego por a palabra εύσέβεια, con cuyo nombre quiere significarse el culto debido, si bien esto se refiere principalmente a la adoración de Dios. Pero nada hay más apropiado que aquel nombre, con el cual se significó evidentemente el culto divino, al declarar en qué consistía la sabiduría para el hombre.


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