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La Elegida de Dios

Pedro Sergio Antonio Donoso Brant

Extracto:

En la soledad de las áridas tierras, junto con el ulular del viento, se oye la súplica de dos fieles de Dios, implorando, ahí esta Ana y Joaquín tomados de la manos, ojos cerrados ¡Señor, mi único Dios, no puedo impedir una lágrima, por saber si puedo germinar una semilla en mi, este desierto es mezquino con la vida, pero tu eres lo mas grande, podrías hacer florecer cada pedacito de este estéril suelo, escucha mi suplica y haz florecer en mi una flor, para que sea alegría en tu jardín. Confiamos en que nos escuchas, ¡OH! Dios, tus fieles hijos esperan confiados en ti.

Sin perder la confianza en Dios, Joaquín y Ana, esperan confiados y cuidan de su vida cultivando en sus corazones la buena tierra, donde Dios hará germinar la flor mas bella de su Jardín, solo El Sabe porque y para qué.

Así fue, llegó el día, en el cual se aromatizó el aire con perfume celestial, las estrellas brillaron como nunca, el viento silencio su aullido y se presentó un ángel de Dios donde Ana, diciéndole: «Ana, Ana, el Señor ha escuchado tu ruego”, y ella junto sus manos entrelazando los dedos, sin poder contener un emocionado suspiro cerro sus ojos para disponerse a oír al Ángel que agrego “concebirás y darás a luz y de tu prole se hablará en todo el mundo.» Ana, quien ama a Dios intensamente no tarda en responder; «Vive el Señor, mi Dios, que, si llego a tener algún fruto de bendición, sea niño o niña, lo llevaré como ofrenda al Señor y estará a su servicio todos los días de su vida.» Contemplando al horizonte, impaciente por comunicar a Joaquín, tan admirable, extremadamente buena y extraordinaria y subliminal visita angelical, observa con atención a dos mensajeros que a toda prisa se acercan a su casa, y emocionados llegan hasta ella diciéndole; Ana, Joaquín, tu esposo, está de vuelta con sus rebaños, pues el ángel de Dios ha descendido hasta él y le ha dicho: Joaquín, Joaquín, el Señor ha escuchado tu ruego; baja de aquí, ve a tu casa, tu mujer, va a concebir en su seno.»

Entonces Ana, preparó una ambientación de extraordinaria alegría para recibir a Joaquín, su esposo amado, sin dejar de entonar salmos de agradecimiento a Dios, y acompasados con el latir de su corazón, el cual no disimulaba su animada excitación del gozo placentero de la noticia.

Joaquín, llegó a casa emocionado por tan grato acontecimiento, con los brazos extendidos hacia Ana, ella al verlo venir, no pudo esperar en la puerta, corrió hasta él, se abalanzó sobre su cuello, diciendo; “ Joaquín ahora veo que Dios me ha bendecido copiosamente, pues deje de ser estéril, voy a concebir en mi seno.», juntos bendiciendo Dios, y extendiendo sus manos hacia EL, entraron en casa, las puerta del hogar resplandecía como nunca.


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