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La bancarrota del liberalismo y el catolicismo liberal

Dr. Jaime Borrás y Prats

LA BANCARROTA DEL LIBERALISMO

Dando una mirada a todo el mundo civilizado, vemos brotar de los acontecimientos que van realizándose dos verdades en apariencia contradictorias y en realidad unidas entre sí por necesario enlace, y son: el liberalismo obtiene por todas partes un triunfo completo, espantoso, y esto no obstante por do quiera se ve obligado a destruirse a sí mismo.

Que este infausto sistema triunfa por todas partes, no es por cierto necesario demostrarlo; basta abrir los ojos para convencerse de ello. El liberalismo ha afirmado a un tiempo su dominio sobre las almas, las leyes y las costumbres. La imprenta, esta reina de la sociedad actual, donde quiera está a su servicio. Bajo su bandera acoge a los partidarios de todo régimen político, a secuaces de todas las creencias, a hombres de todas las razas. Los Estados cuyas instituciones parecen excluirlo, como la Rusia, sufren también la influencia de sus doctrinas. En Alemania “el hombre de hierro y sangre”, desde el instante que se ha puesto al frente del partido nacional liberal, ha conquistado el poder absoluto, del que hace tan tiránico empleo. Asimismo, en nombre del liberalismo, las antiguas franquicias de las Dietas del Austria y los derechos soberanos de los cantones suizos han sido sacrificados a la centralización. Por el mecanismo de la monarquía parlamentaria, gobierna aun el liberalismo en Inglaterra, Italia, Holanda, Bélgica y Portugal: los partidos más opuestos en la república radical de España y en la provisoriamente conservadora de Francia, se convienen en reconocer su supremacía; y hasta en el Japón nadie hay que no tenga por un honor someterse a sus leyes.

Y sin embargo en el momento en que sus conspiraciones eran coronadas con el más pleno triunfo, en el momento en que el liberalismo se había asegurado el concurso de todos los poderes que tienen la misión de combatirlo, un defensor de la verdad, el diputado Reichensperger, tenía el valor de proclamar en el Parlamento de Berlín la bancarrota del liberalismo.

Sí, esta palabra ha sido pronunciada, y nosotros la demostraremos verdadera con todo el rigor de la lógica.  A veces se ha acusado a los adversarios del liberalismo de sustituir declamaciones a razonamientos y de no definir nunca la doctrina que combaten. Pues nosotros no queremos exponernos a semejante reproche: para ello definiremos el liberalismo; distinguiremos cuidadosamente sus diferentes especies y gradaciones; examinaremos la gran mentira que constituye su esencia y los errores capitales que entraña; en lo cual encontraremos el principio de la doble derrota, teórica y práctica, por medio de la cual le condena la Providencia a desengañar a los pueblos, de quienes tanto ha llegado a abusar.

Tal será la venganza reservada por Dios a favor de la eterna verdad, momentánea y aparentemente vencida por el error. Cuando éste ha llegado al apogeo de su poder y se lisonjea de haber conquistado un imperio irresistible sobre los ánimos y naciones todas, Dios le hace expiar su victoria con un doble castigo: con los desastres que acarrea a los pueblos sometidos a su yugo, y con las contradicciones en las que necesariamente cae en su desenvolvimiento por razón de los errores que lleva ocultos bajo hipócritas fórmulas.


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