San Gregorio Magno
INTRODUCCIÓN
Sin duda la figura de San Benito es una de las más significativas en la historia de la Iglesia, en parte por ser considerado el padre de los monjes en occidente, aunque el monacato ya existía en Europa antes que se estableciera en Subiaco y Montecasino. La cristiandad no olvida su legado de más de 15 siglos y actualmente se expresa en una inusitada explosión de devoción junto con otras espiritualidades de índole popular.
Lo poco que se conoce de San Benito está consignado en una obra escrita por el papa San Gregorio Magno y conocida como “Los Diálogos”, la cual, dividida en cuatro libros, narra de manera amena una serie de milagros atribuidos a los “padres italianos”, es decir monjes, ermitaños y clérigos que, anteriores a la invasión bárbara a la península itálica, fundamentaron el monaquismo y la vida espiritual en la región, aún paganizada, con una santidad más que inverosímil la cual es patente en los prodigios que los acompañaban.
En este sentido la obra de San Gregorio no tiene un rigor estrictamente histórico pues su fin es primordialmente didáctico, una especie de “florecillas”, si se plantea un símil con las de San Francisco de Asís; tiene además un valor teológico ya que en el diálogo, entablado entre San Gregorio y el diácono Pedro, puede leerse el pensamiento del papa, la visión sobrenatural de la vida cristiana y el ideal monástico, todo esto expresado en sus propias ideas y palabras, de manera especial en el libro cuarto, que aborda temas más profundos como la inmortalidad del alma.
El estilo de diálogo es fácil de digerir pues, bajo el pretexto de conversación entre los interlocutores, se plasman las biografías y los hechos milagrosos de los “siervos de Dios” que el autor propone como verdaderos cultivadores de la intimidad con la divinidad al punto de lograr extraordinarios milagros en lugares y tiempos concretos, prácticamente la campiña romana, además justifica su relato con el sustento y el apoyo de testigos fidedignos, que son nombrados expresamente por el papa para fundamentar las historias de estos santos italianos.
Todo el libro segundo fue dedicado a la vida de un abad, Benito, del cual da pormenores históricos muy breves, pues los capítulos se enfocan en narrar los milagros del santo. La narración gregoriana es la principal fuente biográfica de San Benito, la más cercana a la realidad del abad de Montecasino y la más difundida, aunque no exenta de dudas bajo la lupa de la crítica.
Ha sido negada la autoría de Los Diálogos a la pluma del Papa San Gregorio, pero no puede dudarse que el texto es contemporáneo al pontífice y solo algunas hipótesis la adjudican a uno de sus discípulos, alegando que se copia el estilo y el lenguaje gregoriano a tan solo pocos años del fallecimiento del papa; la teoría no tiene mucho sustento y la autoridad gregoriana es hasta ahora innegable.
Los Diálogos tuvieron inmediatamente una rápida difusión, siendo uno de los clásicos de la cristiandad medieval, contribuyendo a la difusión de la Regla de Monjes de San Benito y a la devoción al santo patriarca.
Críticos contemporáneos han ido tan lejos al negar incluso la historicidad de San Benito, postulado insustentable mismo que se negaran los hechos milagrosos consignados en el relato gregoriano, basta alegar que el hecho de haber dedicado el segundo libro exclusivamente a este santo, tal vez con un legendario que opaca su obra personal, indica claramente un sustento histórico irrefutable sobre un personaje real y conocido.
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