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Pregúntale a la Iglesia

Vincenzo Rutigliano

Presentación

La doctrina de la Iglesia es fruto de la Sagrada Escritura, de la Tradición viva y del Magisterio. Jesús de Nazaret fundamentó la revelación de si mismo, el Hijo enviado por el Padre y trasmisor del Espíritu, como la Palabra anunciada, revelada y trasmitida, Palabra de salvación y de santificación que desde el comienzo de la vida religiosa de Israel había marcado el alma del pueblo escogido a la espera de la realización de las promesas que la ley y los profetas habían testificado.

El mismo ser humano a la espera de su completa restauración estaba anhelando que el verbo se hiciera carne, tomando cuerpo de la Virgen de Israel, y se hiciera como uno de nosotros menos que en el pecado y así volver adquirir la gracia perdida en la desobediencia inicial. Jesús inauguró el camino que los discípulos recibieron y a su vez trasmitieron a las comunidades cristianas: desde los relatos sobre Jesús hasta las profesiones de fe (1 Cor 15, 1ss), desde los formularios litúrgicos (1 Cor 11, 23ss; Mt 28, 19) hasta las oraciones comunes (Mt 6, 9-13) y hasta los himnos cristianos (Flp 2, 6-11; Ef 5, 14; 1 Tm 3, 16; Ap 7, 12 etc.); desde las reglas de vida que provienen de Jesús hasta los esquemas de homilías bautismales (1Pe 1, 13…).

Esta es la tradición apostólica y la tradición de la Iglesia donde quedó fijada la norma de la Iglesia  en el Nuevo Testamento: “Guarda el depósito” (1 Tm 6, 20; 2 Tm 1, 12.14). De allí los sucesores de los apóstoles, los obispos, en especial el sucesor de Pedro, con los colaboradores de ellos los presbíteros y diáconos, han mantenido la conservación de este deposito de la fe, con sus enseñanzas por el magisterio y con la catequesis, dentro de la comunidad eclesial, el nuevo pueblo de Dios, que sigue peregrinando en la tierra para alcanzar el definitivo encuentro de Cristo con la humanidad redimida.

Pero todo este gran trabajo doctrinal que ya lleva dos mil años, bajo la dirección del Espíritu Santo y de los cuidadores de la fe que son los Pontífices, se ha ido continuamente adaptando, sin perder su originalidad, a las necesidades históricas, culturales, sociales del mundo, de manera que siempre se ha podido encontrar la manera de motivar a la fe, la esperanza y la caridad a todo hombre necesitado de descubrir la verdad.

Esta publicación es un esfuerzo sencillo, práctico, actualizado, con preguntas y respuestas de un laico, de Vincenzo, esposo y papá feliz, que, acompañado por sus pastores, ha querido compartir su experiencia espiritual y así motivar la confianza en los demás laicos en esa misma búsqueda interior que repite: “Donde está tu Dios?”.

Un dialogo en la fe y en la convicción que la Palabra no ha dejado de encarnarse en nosotros, como en María-Iglesia viva, Palabra-Pan Diario, que se hace cada vez Eucaristía y Reconciliación en cada uno y entre nosotros, Palabra motivo de liberación del pecado personal y social, Palabra compromiso eclesial de vida en la caridad, y esperanza cierta que nos abre las puertas del miedo cuando nos hundimos bajo el peso de nosotros mismos, de nuestro orgullo, soberbia materialista y tecnológica.

Es un aliciente para creer que todavía se puede vivir la fuerza del amor y no el amor a fuerza, frente a los obstáculos y tropiezos que la razón y los sentimientos humanos nos propinan día a día.

Buena lectura!

Padre Antonio Larocca SMC.

Dado en Barquisimeto el día 15 de septiembre, del 2006, día de Nuestra Sra. de los dolores.


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