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La evangelización de los católicos

Scott Hahn

 1. LA NUEVA EVANGELIZACIÓN A VISTA DE PÁJARO

¿Qué es la nueva evangelización? En cierto modo, es más fácil responder a esta pregunta mostrando que hablando. Entendemos la respuesta cuando nos la encontramos. La comprendemos cuando la vemos. Y, en los últimos años, yo la he visto de cerca, encarnada en las vidas de tres amigos míos.

Estas son sus historias.

 UNA CONVERSIÓN

Año: 2009. Lugar: el edificio de la clínica abortista de The Planned Parenthood en Bryan, Texas.

Todas las mañanas, cuando la directora del centro, Abby Johnson, se bajaba del coche y caminaba en dirección a su despacho, alguno de los asesores provida que estaban en la acera la llamaba.

Ninguno se metía nunca con Johnson ni la insultaba. Fuera quien fuera el que estaba allí, se limitaba a decirle «Hola», preguntaba a Johnson qué tal estaba y hablaba con ella de su día. Con el tiempo, cuajaron amistades; lo cual supuso que, cuando Johnson decidió huir del negocio del aborto aquel mes de octubre, tenía amigos a los que podía acudir.

Al cabo de dos años, y gracias a su amistad con aquellos voluntarios provida de la acera y otros católicos de la Coalición por la Vida de Brazos Valley, la que había sido baptista primero y episcopaliana después tomó la decisión de incorporarse a la Iglesia católica.

Johnson recibió la Eucaristía por primera vez en diciembre de 2011.

 UN DESPERTAR

Segunda historia. Esta tuvo lugar en 2004, en Viernes Santo.

Aquella primavera, el actor Kevin James estaba en Nueva York rodando la película Hitch, con Will Smith. Aunque James, que había crecido como católico, no había abandonado oficialmente la Iglesia, tampoco practicaba su fe. Dios y la misa no eran prioritarios, y su conocimiento de las enseñanzas de la Iglesia era como el de muchos católicos de su edad, es decir, mínimo.

Pero el día de Viernes Santo su padre le llamó. Durante la conversación, James padre le recordó a su hijo que, en ese día concreto, debía dejar a un lado las fiestas y recordar lo que Cristo había hecho por él. Mientras hablaban, James iba caminando y pasó por delante de un cine en el que proyectaban La Pasión de Cristo, de Mel Gibson. Le preguntó a su padre si sería adecuado ver esa película en Viernes Santo. ¿Respuesta?: «Ya lo creo».

Ocho años después, en una entrevista que le hizo Raymond Arroyo, James se refería a las tres horas que siguieron a aquel momento: «Cambiaron mi vida».

«Me dejó hecho polvo», decía cuando explicaba que la película le había hecho volver a la misa y al estudio de su fe, hasta convertirse en el ferviente católico practicante que es hoy.

 UNA VUELTA AL HOGAR

La última historia. Esta comienza en 1960.

Aquel año, los Beckwith, de Nueva York, tuvieron la alegría de la venida al mundo de su hijo Francis. Poco después, la familia se trasladó a Nevada, y, cuando al pequeño de los Beckwith le llegó el momento de ir a la guardería, sus padres hicieron lo mismo que habían hecho con ellos: lo llevaron al centro de educación infantil católico San Viator, confiando en que allí los profesores inculcarían en su hijo los fundamentos de la fe católica.

Pero la educación religiosa de Beckwith comenzó justo cuando acababa de concluir el Concilio Vaticano II y continuó durante los turbulentos años setenta. Dentro de la Iglesia, fue un tiempo de experimentación litúrgica y confusión catequética. Fuera de la Iglesia, fue un tiempo de agitación moral y revolución social. El problema externo no hacía sino exacerbar el interno; y Beckwith no consiguió encontrarle un sentido a este mundo hasta que dio con las obras de Norman Geisler, R.C. Sproul y Francis Schaeffer, en las que encontró la presentación sistemática de la verdad que necesitaba.

Por desgracia, lo que encontró le alejó también de la Iglesia católica y le condujo al protestantismo evangélico.

Pasaron varias décadas. Beckwith se doctoró en filosofía y comenzó una notable carrera académica que le llevó a ser profesor de Relaciones Iglesia-Estado en Baylor, la universidad baptista más grande del mundo.

En 2006, su prestigio como uno de los más relevantes pensadores del cristianismo evangélico hizo que fuera elegido presidente de la Sociedad Teológica Evangélica. Fue también por aquel entonces cuando el respeto –que nunca había perdido– por la Iglesia de su infancia empezó a crecer. Atraído por la obra de Juan Pablo II, presentó una comunicación sobre la contribución del Papa a la filosofía, en un congreso de la Universidad de Boston. Cuando acabó, uno de los presentes se le acercó y le hizo una sencilla pregunta: «¿Por qué no es usted católico?».

Beckwith no tenía respuesta. Así que se pasó el año que siguió intentando encontrar una, mediante la lectura de los escritos de juventud del sucesor de Juan Pablo II, Joseph Ratzinger, seleccionando puntos doctrinales que le parecían barreras infranqueables para su vuelta a la Iglesia y tratando el tema con su mujer y sus amigos. También dedicó muchas horas a leer a los Padres de la Iglesia. Pero el momento de la verdad no llegó hasta que un sobrino católico llamó a Beckwith para que fuera su padrino de confirmación. Fue entonces cuando se dio cuenta de que debía tomar una decisión, y supo por fin cuál era la decisión correcta.

Beckwith dimitió de su cargo al frente de la Sociedad Teológica Evangélica en mayo de 2007 y volvió a la Iglesia católica.


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